martes, 30 de junio de 2009

TIEMPOS CONFUSOS

Son tiempos confusos, muy confusos. Como si los acontecimientos estuviesen manejados por un cínico dios griego. Nos vemos inmersos en una historia colectiva de ribetes trágicos y por trágicos, cómicos. La muerte de Peña, como dice un amigo, es la prueba más fehaciente de que Fernando Peña al fin venció al sida.
A la semana siguiente el mundo se ve conmocionado por la pérdida de Michael Jackson. El sentido común se apodera de nosotros. Nos transformamos en una señora de barrio, tomamos nuestra bolsa para hacer las compras y salimos al ruedo a conversar sobre cualquier cosa. Todos hablamos de lo mismo. Cuando se muere una súper estrella el planeta se vuelve una verdulería gigante en la que todos emitimos nuestros cometarios. Repetimos noticias, contamos anécdotas, damos el pésame, proponemos teorías, escuchamos su música, vemos sus clips. Y recordamos, recordamos con tanta claridad, las imágenes tienen la misma potencia de los colores de un videoclip. Ese ídolo pop, hoy muerto y lacerado por autopsias, es parte de nosotros también.

Pero no todo es caminata lunar ni pantalones pescadores con medias blancas en estas semanas. La atención estaba dirigida hacia las elecciones legislativas. Usted ya sabe todo. No vamos a hablar hoy en nuestra calidad de argentinos con respecto al show business político. Vamos a hablar de este circo electoral en calidad de espectadores, audiencia, veedores y escuchadores del devenir político discursivo.
El humor político es letal para los funcionarios porque pone en evidencia sus defectos en relación con su performance pública. Pero no hizo falta en este caso. Los candidatos, con algunas excepciones, ocuparon tiempo de nuestras efímeras vidas con espectáculos grises y olvidables. Se encargaron ellos de la parodia. Es obvio que una parodia con consentimiento explícito del parodiado…¡no es parodia!
Sin dudas Gabriela Michetti y su militancia de fogón es el paradigma de la visión ideológica del PRO. Como la visita voraz de Carrió a una fiambrería es un acto de gula divina. O la cantidad enorme (¡fueron muchísimos!) de bebés que Kirchner besó. O todas las frases hechas que De Narváez aprendió, recordemos que apenas podía balbucear uno o dos slogans al principio de la campaña.
En tanto los aviones siguen cayéndose, el invierno es cruel, el más cruel, un estornudo en público es una bomba letal, terrorismo mucoso. Dame todo o me saco el barbijo. Siempre el miedo. Nos hace hablar en voz baja. Nos movemos tímidos por ciudad gótica. Como dráculas escondidos detrás del codo, nos observamos con desconfianza. Dame todo o estornudo en tu cara.



2 comentarios:

Carla Valicenti dijo...

¡¡¡¡ Qué bueno el blog!!!!

DaROoZTa dijo...

Consiso y extrañamente jovial. Escribes muy bien.
¡Saludos!