Pero por momentos vuela y obliga a que su imaginación, el azar y la pobre enciclopedia mental que haya confeccionado lo lleven a otros tiempos y lugares.
Es usted un vikingo, siente cómo el barco se ladea levemente. En un espejo se ve reflejado, usted es un vikingo pelirrojo, en la imagen del espejo se ve sentado en una silla y otro vikingo hace trenzas en su cabellera roja. Sí, los vikingos se hacían trenzas entre ellos, eso es una verdad histórica. Así, pelirrojos con cascos con cuernos aterrorizaron a gran parte de Europa.
O imagínese usted ser un monje perdido en una abadía del sur de Francia. Ya recorrió las granjas, molinos, la iglesia y ahora está en un escritorio. Usted está transcribiendo la epístola de San Pablo a los tesalonicenses. Hay sólo tres pensamientos en su mente. El primero es lo ridículo que le sienta ese flequillo con la parte de arriba de la cabeza rapada. También está pensando en masturbarse, y su tercer pensamiento es darse látigos por haber pensado en masturbarse.
No se preocupe de todas formas. Usted está aquí y ahora. Este es el hoy, el presente. No dude, el momento es este y nunca más se repetirá, de eso también tenga la certeza. Compruébelo: pase su mano por su cara, acaricie el sillón, bese a su novia, mire por la ventana, camine para atrás, dé largos pasos, baile, rásquese la barba, si habla con un cigarrillo en la mano por favor enciéndalo.

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